Si bien es cierto que muchas veces suelo quejarme de los problemas que suelen surgir en los viajes de avión, hoy voy a hacer todo lo contrario.
Resulta que hace 15 día estaba en Mallorca (vaaale! ya sé que no es novedad) en el Campeonato de España de Baile Latino. Además de los nervios usuales y otros componentes que ahora no citaré, pillé gastroenteritis, o mejor digamos que la “Escherichia Coli” se apoderó de mi organismo.
A parte de sentir como si me estuvieran partiendo en dos desde las 3h de la madrugada, al levantarme poseyó mi cuerpo por completo con los evidentes síntomas. Algo horrible si tenemos en cuenta que era el día que volvía a Barcelona. Todo el trayecto del transfer al aeropuerto me lo pasé emulando a “la niña del Exorcista” pero eso sí, sin blasfemias ni giros de cabeza (que yo recuerde).
Al llegar al aeropuerto fuimos directos al servicio médico donde me atendieron de maravilla.
Me hicieron un reconocimiento y diagnosticaron gastroenteritis. Allí me pincharon Buscapina y Nolotil, para frenar los espasmos y el dolor. ¡¡¡¡No saben cuanto se lo agradezco!!!!
Cuando pude, fuimos al mostrador de facturación donde se portaron fenomenal, adelantándome el vuelo para que no se pasase el efecto de la inyección y pudiese llegar lo antes posible a mi casa y a mi médico. Me llevaron a un control especial para no tener que hacer cola donde me esperaba un cochecito para transportarme a la puerta de embarque y así no tener que andar.
Sinceramente, les estoy sumamente agradecida, tanto al equipo médico del aeropuerto como a AirEuropa por el trato recibido en todo momento y las soluciones rápidas que me dieron.
Las cosas como son, cuando trabajan bien también hay que reconocerlo.
Así que desde aquí un diez para ellos.
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