domingo, 7 de diciembre de 2008

Hace bastante tiempo ya, que un día me encontré en la calle una lámpara.
Está bien, era un candelabro pero a mí me gusta decir que era una lámpara.
Al cogerlo para verlo, debí rozarlo sin querer porque salió de él un pequeño genio. El pobre me contó que por culpa de la crisis tuvo que mudarse de la lámpara mágica al candelabro porque no podía pagar ese alquiler tan alto. (Es que esto de la crisis, no es nuevo, los que tenemos una cierta edad hemos vivido otras). Bueno a lo que iba, el geniecillo estaba tan contento de que le liberara de su nuevo habitáculo de 30 mm², que quiso concederme un deseo. Pero solo uno, ya que estábamos en época de crisis y había que ahorrar. No queriendo desaprovechar esa ocasión pensé muy bien lo que quería pedir, así que pasando de las tentaciones y frivolidades por fin me decidí y le pedí que nunca más estuviera enferma. Y me lo concedió, vaya si me lo concedió. El muy cabrito me hizo ¡AUTÓNOMA! Así que nunca más volví a estar enferma, ni a coger la baja, ni a tener vacaciones, ni a nada de nada. Y lo que son las cosas, ahora he tenido que estar unos días de descanso forzoso, y como volvemos a estar en crisis imagino que el deseo ha desaparecido, porque ahora soy ¡UNA AUTÓNOMA DE BAJA Y SIN COBRAR!

MORALEJA:

Si te encuentras una lámpara o un candelabro en época de crisis vende lo al chatarrero, al menos sacaras dinero.

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